Y de repente todo tembló.
Era un miércoles cualquiera para
una niña de casi 11 años. Mayo y primavera de un 2011 ahora lejano. Sin
embargo, aquel día quedó grabado en la retina de miles personas que, como yo, vieron
sus cimientos temblar en apenas unos segundos.
No podría describirlo con
palabras, pero es una sensación que no se olvida.
Terremoto, gritos, lágrimas, silencio.
Por un momento ves caer los
pilares que sujetan tu ciudad y tu vida. Tienes miedo, mucho. Empiezas a
correr, buscando un lugar seguro. No comprendes el por qué, todo en tu mente
está oscuro. Las calles están llenas de silencios en las esquinas. Todos miran y
contemplan lo que había sido hogar, lo que se convirtió en ruinas.
Dicen que los desastres unen a
las personas y, por un día, en Lorca dejamos de ser miles de desconocidos para
convertirnos en familia. Vi reflejada humanidad en la mirada de los que me
rodeaban y en aquellos que llegaron de fuera tendiendo su mano. Solidaridad
entre hermanos. Nos ayudamos y cooperamos y nos sentimos todos las piezas de ese
puzle que se había hecho pedazos.
Poco a poco, juntos le devolvimos
el brillo que nuestra querida Ciudad del Sol había perdido. Han pasado ya 8 años,
pero esos momentos no se olvidan. Una ciudad rota, pero con gente muy unida.
Todos somos Lorca
11/05/2011
Recuerdos que no se olvidan. Realidad impactante.
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