Y decidí no bajar la cabeza y mirar hacia otro lado.
Decidí no hacer oídos sordos, fingir que leo o que escribo algo con letra inteligible.
Vi su mirada perdida entre las vías de una vida que va demasiado rápido. Andaba todo lo deprisa que sus piernas entumecidas le permitían correr, mientras sonreía sin dientes a aquellos que pasábamos por su lado.
Tenía hambre.
Lo decían sus huesos roídos por el tiempo. Lo decían sus ojos hundidos en un infierno ensangrentado.
Habló bajito, casi susurrando, con el miedo de asustar a los que estaban al lado. Agucé el oído y levanté la mirada.
Aquella vez no bajé la cabeza, no miré hacia otro lado.
No hice oídos sordos, ni fingí que leía ni que escribía algo con letra inteligible.
Aquella vez, le tendí la mano
Me ha gustado tu relato pero tengo dos dudas: ¿A quien te refieres en el relato?
ResponderEliminarY, por alguna razón la imagen adjuntada, no es visible