lunes, 5 de agosto de 2019

¿Y si pudiera guardarse la eternidad en un segundo?

¿Y si pudiera guardarse la eternidad en un segundo?

La bruma comenzaba a disiparse y tras la tormenta llegó la calma. Pese a ser verano, el frío se había colado entre las calles de ese pueblecito austríaco de casas bajas y tejados anaranjados. Aún con paraguas en mano, la lluvia nos había calado.

Caía la tarde y un muelle roído a orillas del Wolfgang contemplaba en silencio el horizonte.  El viento dibujaba ondas en el lago de cristal de fondo azabache. Nunca había visto tal paisaje.

De repente, apareció un cisne envuelto en su blanco plumaje. Creo que a todos nos sorprendió verlo allí, tan calmado, tan impoluto. Se acercó a nosotros y extendió sus alas. Parecía que nos daba la bienvenida, o quizás simplemente nos estaba alejando. La estampa era majestuosa, pero efímera. Sin embargo, tan solo hizo falta un mero click para guardar ese instante, para regalarle sus alas de cisne a la eternidad.


Lago Wolfgang, Sankt Gilgen. Austria

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