Me enamoré
del infierno,
del
miedo y de la brisa.
Grité
deprisa en miradas ajenas,
fotografié
la risa de quien solo llora.
Creí
que en ese mundo de palabras huecas,
que
lloran y sufren pero en portada quedan,
vacías
de indiferencia.
Rotas
de inconsciencia
que
sienten, aman y pecan.
Que
maquillan la rabia
de
quien calla el dolor,
que
retuerce en su pecho
Lo
que llamaban corazón.
Ese
que ya no es más que un ciego motor
que
bombea por costumbre
y
sin razón.
Vetado,
perdido y olvidado.
Roto
de ganas,
muerto
sin alas.
Cupido
suspira,
sus
flechas aguardan.
Camino
de espinas,
de
rosas plagadas,
sendero
de piedras
que
a tus pies se levantan.
Ovación
de sabios que desnudan el alma,
que
imprimen en su pecho
memorias
ensangrentadas.
De
recuerdos a oscuras,
de
minutos enjaulados
en
la locura del cuerdo
al
que habían encerrado.
Por
ser diferente,
en
el puzle desencajado.
Suspiros
del tiempo
retorcido
y amoratado.
Que
quedó prendado de la prisa
que
dibuja su sonrisa
entre
las vías de ese tren
que
es vida.
Y
decía Machado “se hace camino al andar”.
Pues
yo ya estoy cansada
de
bucear en alta mar,
de
naufragar en el abismo
sin
echar la vista atrás.
Sigue con esa inspiración,Rocío.
ResponderEliminarMe gusta mucho
Muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo
No hay mejor regalo de Navidad que un poema tan profundo y expresivo como este. Una explosión de sentimientos con un juego de palabras que empapan la mente. Pública mas poemas así, y participa en algun concurso literario. Ánimo Rocio!!!
ResponderEliminarMe hace muy feliz que te haya gustado. Muchas gracias por comentar.
EliminarUn abrazo