Aunque hasta el 2021 no cambiemos
de década, para todos 2020 supone algo nuevo, un cambio. Y de ahí viene esta
reflexión.
Nos encontramos inmersos en el
cambio. Heráclito postulaba sobre el movimiento constante de todo lo que nos
rodea, incluyéndonos a nosotros mismos, e imposibilitando así el concepto de
eternidad como cualidad de lo tangible. De esta manera, nos concebía como seres
cambiantes, definiendo a la perfección nuestra existencia como humanos.
Conforme vamos creciendo, forjamos
nuestra personalidad a través de experiencias, envueltas en la orteguiana
circunstancia, que construyen los pilares de nuestra realidad. Sin embargo, a
lo largo de nuestra vida estas creencias se ven sometidas a la contradicción y
al inconformismo inherente a nuestra condición humana que nos hace
cuestionarnos todo lo que nos rodea.
Siempre ha sido así, aunque
quizás no a la misma velocidad. Tengo la sensación de que en la actualidad todo
este movimiento se da a cámara rápida. La vorágine tecnológica ha llegado a
nuestras vidas con una fuerza imparable, alimentando nuestra hambre de novedad
y subida al carro de la efímera eternidad. Así mismo, no solo ha amplificado nuestros
canales de comunicación sino ha multiplicado las formas de ver el mundo, las
personas y la diversidad.
Hoy, nos veo más que nunca
sumados a luchas globales que no esperan a que ese cambio se produzca solo,
sino que lo incitan y provocan. Hoy salimos a las calles gritando por la
igualdad, así como por la sostenibilidad. Y ojalá este ánimo de intentar
cambiar un poco el mundo no sea más que el principio de lo que está por llegar,
pues como decía Eduardo Galeano “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo
cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
Empieza el año, busquemos ese
cambio que hay en nosotros y hagamos de él algo grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Hola! ¿Os ha gustado? Vuestros comentarios me hacen muuuy feliz :)