domingo, 31 de diciembre de 2017

Ciudadanos impolutos

Somos ciudadanos impolutos.

Sí, de esos que dicen siempre la verdad, altruistas, solidarios y comprometidos con cualquier causa social que llene nuestra boca de falacias ante terceros y nos hagan acostarnos con la consciencia tranquila cada noche. Dormir y cerrar los ojos ante una realidad que cae a plomo ante nosotros: el acoso, la desigualdad de género y sobre todo nuestra tolerancia.

Vivimos en una sociedad en la que la mayoría de las mujeres afirman evitar pasar por lugares oscuros o con poca gente, al igual que admiten usar ropa intencionalmente pensada para no provocar. Aún más, tal y como afirma el Ministerio del Interior, las cifras de abusos sexuales aumentan cada año y como consecuencia, una mujer es violada cada ocho horas en España. ¿De verdad vivimos en un país "avanzado"?, déjenme que lo dude. Esto no es más que una muestra del significante machismo que alberga nuestro país. No obstante, ¿cómo podemos cambiar esto si quienes se nos presentan como ejemplo practican el machismo? No podemos lograr un cambio si nuestra institución lingüística referencial (la RAE) se refiere al “sexo débil” como “un conjunto de mujeres”, puesto que tan solo da el visto bueno a una sociedad que se desprende a pedazos de la ética, del respeto y de la humanidad. 

Es denigrante que aún, en pleno siglo XXI, se normalice y acepte el puesto de inferioridad que una sociedad retrógrada ha otorgado a la figura femenina, que se culpabilice a una mujer violada por no llevar “la ropa adecuada” y se critique a una empresaria por pedir la baja por maternidad. Pero entonces, vuelve el silencio. Silencio de una mujer ahogada en un océano desbordado al borde del colapso, mecido por la suave brisa de la indiferencia. Silencio de no una, sino de miles de mujeres hartas de que las juzguen por su género y no por sus cualidades, hartas de que les silben por la calle, de miradas descaradas y comentarios obscenos. Hartas de que les digan que no son lo suficientemente fuertes y valientes para lograr algo. Estas mujeres, querida RAE, no son el sexo débil, son mujeres fuertes y luchadoras, pero sus voces han sido acalladas por un acoso naturalizado, la humillación y la violación de unos derechos que deberían ser innatos.
Como mujer y como humana reivindico el respeto y la libertad, pero sobre todo derecho a la igualdad, presente en el artículo 14 de nuestra Constitución. Reivindico una educación que equipare la posición tanto del hombre como de la mujer en esta a la que llamamos sociedad avanzada. No dejemos que nos hagan sentir inferiores, un mero juguete y nos traten como tales. No dejemos que nos corten las alas por ser mujeres.

Para concluir, si tan impolutos ciudadanos somos como afirmamos, abramos los ojos, todos, y alcemos la voz ante esta injusticia que nos rodea, por todas aquellas que ya no pueden hacerlo y por todas las que están sufriendo los estragos de esta pandemia. Alcemos la voz ya no solo como ciudadanos, sino como humanos, porque tal y como dijo Mahatma Ghandi, “lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena”.
Rocío Savas

3 comentarios:

  1. Este artículo fue escrito el 3 de Diciembre de este mismo año, fecha en la cual aún la RAE no había añadido la connotación "discriminatoria" a "sexo débil".

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  2. Mis felicitaciones Rocío. Me parece un blog genial para dar voz a tantos temas tabú. Espero que mucha gente descubra este rincón personal y se percate de su gran riqueza. Un abrazo😆🎻

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